“Every badly paid moment of boredom on the production line is a violent crime.”
Mark Stewart, “For How Much Longer Do We Tolerate Mass Murder?”
El Post-Punk puede que haya sido la primera instancia crítica y autoreferencial del Rock. Diversas etapas anteriores mostraron el fortalecimiento del Rock como expresión de la cultura popular urbana. Quizá no haya sido casualidad que el último movimiento hacia adelante haya sido el progresivo, y que su desafío no sorteado (al menos en masividad) haya sido el Punk. Luego de eso el estancamiento en esa lógica. Así, el final de la década del ´70 fue una etapa muy angustiante, parecía que los espacios eran infranqueables dentro del Rock.
¿Cómo avanzar después del Punk, de la parodia y de la reacción? ¿Cómo salir? Por arriba, o por abajo. El escape ascendente no era sintónico con la época. Queda el ensayo de cómo avanzar hacia abajo. ¿Con la indocilidad formal y el remolino estilístico?
Sin embargo, puede que el componente radical del mensaje sea un lastre. Leerlas causa condescendencia por su tosquedad. Pero escucharlas recitadas por Mark Stewart (decir “cantar” sería un abuso de confianza) las muestra contrastantes y a la vez propias de su ambiente corrosivo. Es que los temas de The Pop Group son sólo descriptibles por sus elementos. Tienen discos más urgentes y Punk (For How Much Longer…, We are Time), más expandidos y dispersos, incluso experimentales (Y). Con un batifondo Dub aparecen vientos sin melodía, del Jazz más marginal y única convocatoria posible de las secciones melódicas. Así es que la base melódica salta todo el tiempo hacia el protagonismo, la melodía del bajo a veces se destaca y se vuelve ritmo. La guitarra, una base “free” bien adelante del resto de los instrumentos, con ataques breves de funk, se disuelven pronto en arpegios desaforados o en noise. Deliberadamente eluden asimilar las técnicas con los géneros que las hospedan. Por ende, la única amalgama es la cacofonía, donde los arrebatos instrumentales se vuelven acotaciones.
The Pop Group tuvo una vida presumiblemente breve. Tres años, tres discos, algún compilado, y la música más desafiante del Rock gris (no sólo por la amenaza de oscuridad creativa). Fueron muy bien oídos por la segunda generación Post-Punk, por las bandas más politizadas que siguieron y que preanunciaron la inevitable fusión con el Rap y el Hip-Hop del Rock años después, en la peligrosamente considerada como “feliz” década del ´80. Mark Stewart y sus compañeros fueron unos de los no tantos que pusieron en cuestión la linealidad iluminista del Rock. Si el revisionismo es tolerado, su rispidez es un antídoto deseable ante la fusión de géneros populares, forzados a callar por el esperanto comercial de las discográficas. Las letras puede que hoy luzcan inocentes, incluso anacrónicas. El gesto artístico deconstructor corrió una mejor suerte; fueron únicos y el mercado musical no pudo siquiera parodiarlos. Tienen bien ganado un respeto para nada bucólico.
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