domingo, 23 de agosto de 2009

THE POP GROUP: DONDE HAY VOLUNTAD (TIENE QUE HABER) UN CAMINO.

“Every badly paid moment of boredom on the production line is a violent crime.”

Mark Stewart, “For How Much Longer Do We Tolerate Mass Murder?”






El Post-Punk puede que haya sido la primera instancia crítica y autoreferencial del Rock. Diversas etapas anteriores mostraron el fortalecimiento del Rock como expresión de la cultura popular urbana. Quizá no haya sido casualidad que el último movimiento hacia adelante haya sido el progresivo, y que su desafío no sorteado (al menos en masividad) haya sido el Punk. Luego de eso el estancamiento en esa lógica. Así, el final de la década del ´70 fue una etapa muy angustiante, parecía que los espacios eran infranqueables dentro del Rock.

¿Cómo avanzar después del Punk, de la parodia y de la reacción? ¿Cómo salir? Por arriba, o por abajo. El escape ascendente no era sintónico con la época. Queda el ensayo de cómo avanzar hacia abajo. ¿Con la indocilidad formal y el remolino estilístico?

El nombre The Pop Group es una ironía: casi nada de lo que muestran en sus tres discos es lo que se entiende por música “Pop”. Sí hay géneros populares que se mezclan todo el tiempo de manera abrasiva. Fueron Mark Stewart (letrista y voces), John Waddington y Gareth Sager (guitarras), Simon Underwood (bajo) y Bruce Smith (percusiones). Adolescentes de Bristol con urgencia expresiva, que comprendieron la suerte práctica de estar angustiados y ser limitados con sus instrumentos.

Hay una obsesión en The Pop Group en cuanto a lo musical: conseguir que la canción que sobreviva no se cierre en sí misma. Aparecen en el rock el funk, el dub, el reggae. George Clinton venía ya advirtiéndolo: la música negra, por movediza, no tiene por qué ser amable. Pop Group lo entiende, luego PIL y otros ironistas blancos avanzarían dejando descolocados a los pies más livianos.

Las letras son importantes en la música. Por supuesto, el peso del mensaje (explícito, desprovisto de metáforas o sutilezas) no se puede pasar por alto. The Pop Group denuncia con nombres propios. Sabemos que los Rockefeller, el clan Rothschild, los bancos e hipermercados… el capitalismo (“la más bárbara de todas las religiones” gritan en “We are all Prostitutes”) son enemigos. También que la salida está a la vista y que es un imperativo moral que, si no consumamos, pagaremos con nuestros hijos levantándose contra nosotros. Esa salida, por prudencia, no será nombrada (también es una invitación a recorrer los discos e intuirla); años de discusión pseudo-programática de las izquierdas disuaden de ponerle nombre a este rapto de furia destructora. Los desvaríos inevitables de sus temas ponen en apuros insalvables al reviente punk. Una muerte “de rock”, una buena sobredosis de nihilismo no es justificable; mucho menos si el cuadro musical que la refleja se puede silbar. Claro que como antídoto contra esta imagen, por contradictoria que sea, tiene que haber una esperanza tozuda en superar la esclavitud y el dolor.

Sin embargo, puede que el componente radical del mensaje sea un lastre. Leerlas causa condescendencia por su tosquedad. Pero escucharlas recitadas por Mark Stewart (decir “cantar” sería un abuso de confianza) las muestra contrastantes y a la vez propias de su ambiente corrosivo. Es que los temas de The Pop Group son sólo descriptibles por sus elementos. Tienen discos más urgentes y Punk (For How Much Longer…, We are Time), más expandidos y dispersos, incluso experimentales (Y). Con un batifondo Dub aparecen vientos sin melodía, del Jazz más marginal y única convocatoria posible de las secciones melódicas. Así es que la base melódica salta todo el tiempo hacia el protagonismo, la melodía del bajo a veces se destaca y se vuelve ritmo. La guitarra, una base “free” bien adelante del resto de los instrumentos, con ataques breves de funk, se disuelven pronto en arpegios desaforados o en noise. Deliberadamente eluden asimilar las técnicas con los géneros que las hospedan. Por ende, la única amalgama es la cacofonía, donde los arrebatos instrumentales se vuelven acotaciones.

The Pop Group tuvo una vida presumiblemente breve. Tres años, tres discos, algún compilado, y la música más desafiante del Rock gris (no sólo por la amenaza de oscuridad creativa). Fueron muy bien oídos por la segunda generación Post-Punk, por las bandas más politizadas que siguieron y que preanunciaron la inevitable fusión con el Rap y el Hip-Hop del Rock años después, en la peligrosamente considerada como “feliz” década del ´80. Mark Stewart y sus compañeros fueron unos de los no tantos que pusieron en cuestión la linealidad iluminista del Rock. Si el revisionismo es tolerado, su rispidez es un antídoto deseable ante la fusión de géneros populares, forzados a callar por el esperanto comercial de las discográficas. Las letras puede que hoy luzcan inocentes, incluso anacrónicas. El gesto artístico deconstructor corrió una mejor suerte; fueron únicos y el mercado musical no pudo siquiera parodiarlos. Tienen bien ganado un respeto para nada bucólico.

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